Foto: El Periódico
No sabemos qué tiene el mes de diciembre que lo cubre todo de gris: las calles, los cielos, la ropa que vestimos...Hasta el horizonte se vuelve de ese color, pintando nuestros días de una cierta melancolía que contrasta con la alegría de los villancicos y las luces de las fiestas que se avecinan.
Esta mañana, el anuncio del nombramiento de nuestro Obispo de Santander como Arzobispo de Zaragoza, ha hecho que este viernes sea uno de esos días de contrastes y así, la alegría de la noticia queda un poco empañada por la marcha de uno de los nuestros, ya que, si bien es cierto que tenemos motivos para celebrar que el Papa Francisco haya depositado su confianza en D. Vicente para hacerse cargo de su nuevo puesto en Zaragoza, nos apena pensar que deje esta tierra, al menos físicamente, alguien que ha sabido ganarse el corazón de los cántabros durante el tiempo que hemos disfrutado de su presencia aquí.
Afable y siempre jovial, cercano y risueño, entregado y siempre receptivo a los problemas de los fieles, D. Vicente se ha convertido con el paso de los años en un cántabro más.
Nuestro querido Obispo se expresaba ante sus diocesanos con su habitual sencillez y naturalidad, reconociendo que también a él esa notificación del nombramiento le ha causado sorpresa y producido sentimientos encontrados, y que "siente pena por dejar esta hermosa tierra de Cantabria a la que ha tratado de conocer y amar con pasión".
No dude, D. Vicente, que en cada acto al frente del Obispado de Santander ha demostrado conocer, entender y amar de corazón a esta región y a sus gentes como si de un cántabro de nacimiento se tratase. Dichosa debe sentirse Zaragoza de contar con alguien que demuestra tanta entrega, entusiasmo, generosidad, fidelidad y pasión en su cometido con Dios y con la Iglesia.
Vaya con Dios, D. Vicente, y no olvide nunca que aquí tiene Vd. un rincón ...de esta tierra y en estos corazones.
Nota: el próximo jueves, 18 de diciembre, se celebrará una Eucaristía de despedida a D. Vicente en la Catedral de Santander, a las 17: 00 h., y el día 21, a esa misma hora, su toma de posesión como Arzobispo de Zaragoza, en la Catedral-Basílica de Nuestra Señora del Pilar, de esa localidad.
