martes, 14 de febrero de 2012

VII Domingo Ordinario

VII Domingo Ordinario
El Evangelista Marcos sigue ahondando en la presentación del rostro de Jesús. Jesús no sólo libera de la enfermedad y de los males corporales. Jesús además tiene el poder de perdonar, de liberar de las ataduras interiores. En este texto, Jesús expresa claramente la razón de su modo de actuar: para que comprendáis que el Hijo del hombre tiene autoridad en la Tierra para perdonar...por eso hace el milagro de la sanación.
De nuevo Jesús se enfrenta con la enfermedad. Marcos nos ha presentado tres situaciones distintas: la suegra de Pedro, el leproso. Hoy es un paralítico y viendo su fe, escribe Marcos, le libera, ante todo, del pecado y de la condición de pecador, al que se somete su enfermedad. Por eso los escribas reaccionan, pensando para sus adentros, blasfema. Y Jesús les pregunta: ¿Qué es más fácil? Pues, para que comprendáis que Dios es el Dios de la Vida, Jesús les hace llegar, por medio del milagro, esa novedad anunciada, de parte de Dios, en la primera lectura por el Profeta Isaías: he aquí que yo hago nuevas todas las cosas...ya está aquí ¿no lo reconocéis? Dios es el Dios de la Vida y se manifiesta como liberación de toda humillación y postración humana, así dice Jesús: a tí te digo, ¡levántate!. El evangelista recoge el reconocimiento por parte del pueblo en las palabras finales del texto: Se quedaron atónitos y daban gloria a Dios, diciendo: Nunca hemos visto una cosa igual. Realmente la novedad había llegado a aquella casa.

viernes, 10 de febrero de 2012

Convivencia en Loredo

Los días 26, 27 y 28 de enero nuestro grupo de confirmación participó en una convivencia  en el albergue de Loredo perteneciente a la red de albergues de la Diputación. El grupo de responsables organizó una serie de actividades para fomentar la amistad y la comunicación dentro nuestro ideario cristiano de formación. Este plan también incluyó la visita a nuestro obispo D.Vicente y  a la cocina económica donde fuimos muy bien recibidos. La visita a nuestro obispo coincidió con el día de su cumpleaños, nos acogió con mucha amabilidad contestando a nuestras preguntas y nosotros por nuestra parte le cantamos "cumpleaños feliz".

jueves, 9 de febrero de 2012

VI Domingo Ordinario

VI Domingo Ordinario

El Evangelio de este domingo nos presenta a Jesús curando a un leproso. A primera vista podemos pensar que se trata de un milagro más, de uno más de tantos que Jesús hizo porque era Dios y tenía poder para hacerlo; sin embargo hay muchos matices que no podemos dejar pasar.
En primer lugar se trata de un leproso, una persona con una enfermedad contagiosa, al que ni siquiera se le podía tocar, un ser considerado impuro, maldito, condenado a vivir solo, aislado de los demás, cuya enfermedad era vista como fruto del pecado y por tanto ha de cargar con el castigo de Dios.
Jesús podía haberse dejado llevar por estos prejuicios sin dar pie al escándalo, sin embargo su actitud y su mirada es muy distinta a la de los demás. Se detiene, se fija en él y lo toca, algo impensable en aquel tiempo; de manera que no solamente le cura de su enfermedad sino que lo vuelve a incorporar de nuevo a la comunidad, devolviéndole así la esperanza y también la dignidad.
El favor que Jesús hace a este hombre es impagable, es una persona que ha experimentado la salvación no solamente en el cuerpo sino también en el espíritu, no es extraño que no pueda callar ¡ cómo callarse ante una presencia de Dios tan fuerte !
De cara a nuestra vida cristiana este Evangelio puede tener para nosotros dos consecuencias muy importantes si las queremos admitir:
En primer lugar que por nuestra condición de pecadores, algo que no podemos negar, también nosotros nos podemos considerar enfermos; de hecho muchas veces vivimos como alejados de Dios, apartados de El, buscando la felicidad fuera de él, y aunque a veces nos parezca que se puede vivir perfectamente como si Dios no existiera, lo cierto es que no acabamos de ser felices del todo, nos falta algo y a veces no sabemos qué. ¡ No deberíamos recapacitar como aquel hijo pródigo y volver de nuevo a la casa del Padre !. En la casa del Padre es donde está la verdadera alegría, lo que de verdad necesitamos, pero... ¡ hay que acercarse ! como el leproso
En segundo lugar Jesús nos invita hoy a tener una mirada distinta, a no dejarnos llevar por lo que piensa y opina todo el mundo. Los leprosos de hoy son todos aquellos a los que la sociedad mira con asco, con miedo o con indiferencia: drogadictos, alcohólicos, enfermos de sida, negros, marroquíes..etc
Ser cristiano no consiste solamente en venir a misa, ser buena persona y ayudar a los demás. El cristiano se distingue también por pensar, sentir y mirar al estilo de Jesús, que no siempre coincide con lo que hace la mayoría que no conoce a Dios.
Ser cristiano al estilo de Jesús, no resulta fácil, lleva tiempo. La eucaristía que celebramos todos los domingos es el mejor camino para llenarnos de Jesús, de su palabra, de su testimonio, de su presencia. Que la vivamos siempre a fondo y que encontremos aquí la fuerza que necesitamos para vivir la fe y no perder nunca la esperanza, la alegría y la paz, aún en los momentos más difíciles.

jueves, 2 de febrero de 2012

V Domingo Ordinario

V Domingo Ordinario

El Evangelio que escuchamos hoy nos presenta a Jesús en plena actividad misionera, le vemos en la sinagoga, en casa de Pedro, en la calle, en descampado, recorriendo los pueblos y aldeas de Galilea, predicando el Reino de Dios.
Su paso por estos lugares no deja indiferentes a las personas. La presencia de Jesús libera, cura, transmite esperanza, levanta a quienes permanecen inmóviles. Jesús da vida.
Una vez más y a través de este testimonio, descubrimos que Cristo es la única clave que tenemos para alcanzar la salvación, el único que puede sacarnos de la rutina y el desencanto. El único que puede liberarnos de la esclavitud del pecado que se manifiesta en la tristeza y la desesperanza, es decir, de todo aquello que nos impide vivir la vida en plenitud.
Precisamente la suegra de Pedro, es le prototipo de la persona, enferma, que permanece postrada, inmóvil, incapaz de amar y servir. Su encuentro con Cristo la libera de su situación, siente de cerca la cercanía y el reconocimiento humano del Señor que la toma de la mano y la cura de su enfermedad.
Pensemos si muchas veces también nosotros, no estamos en la vida como la suegra de Pedro, postrados, incapaces de hacer nada, ni por nosotros ni  por los demás. Es la enfermedad del espíritu que se traduce en tristeza, apatía, desesperanza, falta de motivación para vivir.
Cristo, médico de nuestras almas, es el que de verdad puede sacarnos de esta situación, si le dejamos entrar en nuestra vida, si le dejamos entrar en nuestra casa y no huimos de su contacto.
Vivimos en una sociedad en la que el hombre pone toda su fe en los remedios de la ciencia, torpemente pensamos que los males pueden curarse a base de recetas y medicamentos. Pero las enfermedades del espíritu no se curan con los remedios del cuerpo, necesitan otro tipo de tratamiento. La seguridad social nos podrá curar o aliviar los males físicos, pero para las enfermedades del espíritu habrá que buscar remedios espirituales.
Si Cristo, médico de nuestras almas, tuviera hoy que darnos una receta, esta sería muy sencilla: " menos pastillas, menos recetas y más fe, más acercamiento a su Palabra, que como dice el canto nos da vida ". Y siguiendo en esta misma linea del canto el único precio a pagar es la confianza. Quien no se acerca a Jesús con confianza difícilmente experimentará la sanación que el nos ofrece.